EUSKAL HERRIA NAFARROA DA

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viernes, 5 de septiembre de 2014

Proceso soberanista catalán a fondo (1ª parte)



El documento que viene a continuación, que debido a su extensión será publicado en dos partes (hoy y mañana) es el análisis de la organización socialista  para la liberación nacional catalana (Endavant – OSAN) en torno al proceso soberanista catalán, las razones de su surgimiento, la composición del independentismo actual y qué papel están jugando la clases sociales en todo ello. Las perspectivas para el cambio social, objetivos, etapas y líneas de actuación de la izquierda independentista catalana para los próximos meses clave donde está convocado el famoso referéndum del 9 de noviembre. La traducción puede contener algún error ya que se ha realizado con herramientas online y ajustes manuales. BGD!

EL PROCESO SOBERANISTA Y LA IZQUIERDA INDEPENDENTISTA

-Los objetivos fundamentales de la izquierda independentista
-¿De dónde viene el actual proceso soberanista?
-¿Cuáles son las características del independentismo mayoritario hoy en día?
-El papel de las élites económicas

-Perspectivas de cambio social
-El proceso soberanista y los Países Catalanes
-Objetivos, etapas y líneas de actuación en los próximos meses

Los objetivos fundamentales de la izquierda independentista

El objetivo final de la izquierda independentista es la independencia, el socialismo y el feminismo en los Países Catalanes. Es decir, la constitución de un estado independiente que englobe el conjunto de la nación catalana y la construcción de una sociedad socialista y feminista.
Cualquier actuación política, desde la intervención en una lucha coyuntural hasta las estrategias políticas nacionales o territoriales, debe ir encaminada a la acumulación de fuerzas para poder alcanzar este objetivo final que es la razón de ser de nuestro movimiento. Por tanto, la movilización independentista que actualmente vive el Principado de Cataluña, también es necesaria que la insertamos en esta misma lógica de analizarla e intervenir políticamente con el objetivo de acumular fuerzas y avanzar hacia la consecución de nuestro proyecto político.
Hay que desterrar de nuestros análisis políticas los planteamientos que tienden a distinguir entre objetivos pragmáticos y objetivos utópicos, y que terminan en la práctica estableciendo los primeros como objetivos reales del movimiento.
Plantear que la independencia de Cataluña en el marco de un proyecto político socioliberal el objetivo más posible a estas alturas, y como consecuencia de ello, posponer los objetivos de la izquierda independentista para un futuro lejano, es una error estratégico grave. En la práctica, esto acaba situando la independencia de Cataluña como el objetivo real y los objetivos de la izquierda independentista acaban caracterizados como utópicos y por lo tanto, fuera de la política real.
Lo que necesitamos es intervenir en la actual coyuntura del proceso soberanista no con el objetivo de hacer de coartada a los proyectos regionalistas o socioliberales, sino con el objetivo de hacer avanzar nuestros planteamientos de independencia, socialismo y feminismo para todos los Países Catalanes.
Desde Endavant OSAN creemos que es posible poner en marcha una estrategia política que trabaje de manera decidida en la coyuntura del proceso soberanista y que a la vez trabaje en otras coyunturas en los Países Catalanes manteniendo los objetivos de independencia, socialismo y feminismo.

¿De dónde viene el actual proceso soberanista?

Establecer las causas de esta movilización política llevaría a un análisis bastante complejo y espaciado en el tiempo. Aún así, determinar estas causas ha sido uno de los caballos de batalla para dominar el relato propagandístico a favor de uno u otro proyecto político. Por tanto, es importante que desde la izquierda independentista aportemos elementos por este debate, desde la honestidad intelectual pero también desde la firmeza en la defensa de nuestros postulados, aunque estos puedan colisionar con los postulados actualmente hegemónicos.
Detectamos tres grandes elementos que podemos situar como origen de este proceso político: la crisis del régimen de 1978, el cambio de cultura política de los últimos 15 años y la crisis económica.
La crisis del régimen de 1978
El régimen de 1978 se construyó sobre un pacto entre las diferentes élites, tanto del régimen como de la oposición, que se pudo vender a una mayoría social como beneficioso. Este proceso histórico, conocido como transición, ha acabado siendo cuestionado incluso todo por algunos de los sectores políticos y sociales que fueron protagonistas. Con todo, la transición española es la que ha determinado los últimos 40 años de vida política en la mayoría de los Países Catalanes.
El pacto se basaba en dejar intacto el poder económico y funcionarial proveniente del franquismo a cambio de permitir una participación en el sistema de las principales fuerzas de la oposición, a través de una democracia parlamentaria liberal al uso en Occidente.
Con este pacto, se articulaba una descentralización administrativa que permitiría áreas de poder a las élites territoriales y sería un espacio donde dar salida a las reivindicaciones nacionales.
Este pacto logra un cierto consenso social también entre las bases antifranquistas mayoritarias
en los Países Catalanes- se presentaba como la posibilidad de retomar el hilo democrático de la Segunda República bajo la forma de una monarquía constitucional. Libertades políticas, justicia social y derechos de las nacionalidades.
En el momento en que se comprueba que estos tres pilares tienen unos límites que no permiten el progreso social tal como una mayoría se lo ha imaginado, es cuando el régimen va entrando en crisis. Unas libertades políticas secuestradas por una partidocracia donde ni la alternancia significa ningún cambio. Un proceso de desposesión que cuenta con la incapacidad o la complicidad de las estructuras políticas para revertirlo. Unos derechos de las nacionalidades que son objeto de un proceso de recentralización y limitación.
El cambio de cultura política de los últimos 15 años
A medida que el régimen de 1978 comenzaba a dar muestras de sus límites, y que nuevas generaciones se incorporaban a la acción política y social, se fue produciendo un cambio en la cultura política de algunos sectores de la izquierda de los Países catalanes.
Diferentes luchas sociales, ecologistas, de género y culturales fueron generando cinjuntamente una conciencia de necesidad de cambio global y en profundidad. Un cambio que se podría concretar en la necesidad de construir un país nuevo y libre.
Todo este movimiento, alejado de los espacios centrales de la sociedad catalana, fue tejiendo una densa red organizativa, con una gran extensión territorial, que en una década ha socializado políticamente decenas de miles de personas.
La crisis económica
Aunque el recorte de derechos de los trabajadores y los mecanismos que han profundizado el proceso de despojo ya venían de lejos, el efecto directo y devastador de estos no se ha vivido generalizadamente hasta el estallido de la crisis económica en 2008.
Esto ha supuesto que una parte de la población haya tomado conciencia de la necesidad de un cambio de sistema, y por tanto, de la superación del capitalismo. También una parte aún más amplia considera que es necesario un cambio en profundidad del régimen político. Asimismo, esta crisis ha hecho sentir de manera generalizada sobre la propia vida de las clases populares una acusada depauperación. Asimismo, otros sectores intermedios no directamente afectados por la dureza de la crisis han visto como la sociedad inclusiva de la que hacían bandera se ha desvanecido y está sufriendo un proceso de divergencia entre los más ricos y las clases populares.
La crisis económica no es la causa ni de la expansión de la conciencia independentista ni del proceso de toma de conciencia de la necesidad de un cambio social. estos hechos tienen su causa primeramente en la existencia de una opresión nacional y social contra el pueblo trabajador catalán, y de manera más cercana en un hilo rojo que conecta generación tras generación y que desde 1996 ha encontrado una formulación en una nueva cultura política. La crisis económica que estamos viviendo ha actuado como catalizador de estos elementos.
El vuelco de 2012
El creciente descontento social, el descrédito del régimen de 1978 en su totalidad del estado de autonomías y la expansión de los partidarios de la independencia contrastan en 2012 con el acoso que viven las élites del Principado.
Crecientes protestas sociales que desembocan en una huelga general el 29 de marzo en que los sindicatos oficiales son absolutamente desbordados y la represión policial hace un salto cualitativo. Una CiU con una parte de la base social que cada vez más se está sumando a la idea de la independencia. Un estado central con mayoría absoluta del PP dispuesto a abordar su profunda crisis con mano dura e iniciando un proceso de intervención de las autonomías.
Hay un relato oficial que pretende explicar el actual proceso político como una derivada de la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatuto de Autonomía en 2010 Este relato viene a decir que ante la incapacidad del gobierno central de acceder a desarrollar la autonomía, se han tenido que reconvertir en soberanistas. Es el relato de los opinadores y políticos de turno, que lo que pretende es legitimar su actuación y sus posiciones desde hace 30 años en este momento político cambiante. Es, sin embargo, un relato falso.
La realidad es que el giro en el discurso político se produce el verano de 2012, cuando el estado central ya no disimula que pretende intervenir varias autonomías en otoño y cuando las cotas de popularidad de CiU se encuentran en sus momentos más bajos. La movilización masiva del Once de Septiembre hace decidir a CiU ponerse al frente de la pancarta para evitar que la protesta le pase por encima.

¿Cuáles son las características del independentismo mayoritario hoy en día?

Es un movimiento socialmente amplio, que abarca desde una parte de la clase trabajadora hasta sectores de la pequeña y mediana burguesía. Su dirección entendiendo como el núcleo que aporta los cuadros intelectuales y organitzativos recae básicamente sobre clases profesionales liberales y funcionariales eminentemente catalanohablantes y generacionalmente avanzadas.
Es un movimiento que hibrida la cultura política del independentismo con un fuerte sustrato autonomista. Esto hace que al lado de la reivindicación claramente independentista y de la asunción de un carácter radicalmente democrático, convivan elementos como la propia restricción de la nación catalana en el territorio de la CAC, la identificación de las instituciones autonómicas como legítimas instituciones nacionales y la consideración de los grandes partidos autonomistas como imprescindibles para cualquier avance nacional.
Es un movimiento que no pretende destituir ni sustituir el actual poder político o económico, sino que pretende presionarlo para que tome decisiones que avancen en el camino de la independencia.
El transversalismo
El transversalismo, como concepto político que pregona y considera posible la unidad de todo el independentismo, es una falacia. Se trata simplemente de la plasmación de la hegemonía política de un proyecto socioliberal y de Cataluña. Las organizaciones de masas que se reclaman del transversalismo son en realidad organizaciones que responden de manera muy fiel a postulados del proyecto político socioliberal.
Para analizar esta cuestión, no podemos basarnos sólo en el conocimiento de grupos importantes de personas que actúan en estas organizaciones y que militan en la izquierda independentista, ni en la mejor o peor receptividad de estas organizaciones en su relación con la izquierda independentista.
De hecho, el éxito de la hegemonía se basa precisamente en el hecho de que es capaz de integrar gente que no responde a su ideología política pero que considera imprescindible esta hegemonía para la consecución de algunos objetivos políticos.
Por otra parte, la relación entre estas organizaciones y la izquierda independentista tiene que ver con múltiples factores. Dinámicas políticas, estructura social, correlación de fuerzas …
Desde Endavant OSAN creemos que es un error que la izquierda independentista avale esta estrategia “transversalista” y considere como una apuesta táctica central su fortalecimiento organizativo y político. Y también creemos que es un error que se intente trasladar esta estrategia en otros territorios de los Países Catalanes.
Esto no quiere decir, sin embargo, que no haya que tener en cuenta estas organizaciones como actores políticos que juegan papeles importantes en la actual coyuntura política. Pero nuestra relación con estas estructuras debe ser la de dos agentes diferenciados y ha de responder a nuestra táctica política para acercarnos a nuestros objetivos políticos, hay que recordar que en última instancia difieren de los de las organizaciones “Transversales”.
El papel de la izquierda independentista
Es obvio que el crecimiento de la movilización independentista no ha sido un fenómeno impulsado fundamentalmente por la izquierda independentista, pero también lo es que la izquierda independentista ha tenido un papel importante.
Si bien no hemos vivido un proceso de correlación literal entre crecimiento de la conciencia independentista y crecimiento de la izquierda independentista la lo que hubiera significado que hubiéramos convertido en la primera o segunda fuerza política, sí es cierto que la izquierda independentista ha podido crecer en este contexto. Un crecimiento que creemos que hay que valorar como enormemente positivo, ya que nos ha permitido tener voz propia tanto en el proceso soberanista como en las movilizaciones de contestación social.
Lo que sí podemos afirmar es que este crecimiento no es fruto de la movilización de los sectores centrales del autonomismo, ya que estos han sido los últimos de incorporarse a la movilización, y a menudo desde posturas forzadas para poder conservar el poder político y la centralidad social.

El papel de las élites económicas

La burguesía del Principado ha sido siempre una pieza fundamental para el mantenimiento de los Países Catalanes en el seno de España. Antes de valorar su papel en el proceso, hacemos un retrato esquemático de cuál es su composición actual.
Los gestores de grandes multinacionales, la clase corporativa, son un sector en alza en el seno de las clases dirigentes que ha desplazado en parte la antigua gran burguesía industrial. Con una enorme influencia sobre las élites políticas en virtud, por ejemplo, de las puertas giratorias, tienen a la vez una fuerte vinculación con el estado. Hay que recordar que muchas de las multinacionales españolas y catalanas más importantes tienen su origen o un momento clave en su desarrollo en el seno del régimen franquista. Esto supone que en muchos casos estas grandes corporaciones sean un amalgama de intereses vinculados a la alta burguesía catalana, a la oligarquía española y los aparatos del estado. Su poder está vinculado al estado por ejemplo, con el rescate bancario o las políticas de infraestructuras o de defensa. Al mismo tiempo deben a este estado su internacionalización especialmente el mundo árabe y en Sudamérica.
Que la clase corporativa haya desplazado en gran medida la gran burguesía industrial, no quiere decir que ésta haya desaparecido. Su existencia continúa ejerciendo un poder clientelista destacable, y sus intereses están vinculados también de forma estrecha el mercado estatal y al estado como estructura de control social y como plataforma de expansión internacional.
Dentro de la burguesía media, que es lo que el poder político suele poner como ejemplo de la Cataluña emprendedora, podemos diferenciar, con todos los matices posibles, dos sectores según su grado de vinculación con el estado. Por un lado, aquellos que como la alta burguesía industrial y comercial, tienen un mercado básicamente estatal y una confianza en el estado como ente que pueda defender sus intereses, especialmente en materia fiscal y de legislación laboral, así como en relación a las normas europeas. Por otra parte, aquellos sectores menos dependientes del mercado español, con una producción enfocada a la exportación y políticamente más cercanos al poder
autonómico.
No podemos considerar la pequeña burguesía como integrante de las clases dirigentes. Su peso social viene determinado básicamente por la cantidad de miembros, pero no para ningún elemento cualitativo que le infunda un papel dirigente. Esta es la diferencia con la alta y media burguesía, numéricamente muy reducidas pero con una posición socialmente dominante. Aunque ideológicamente la pequeña burguesía está todavía bastante subordinada a la hegemonía ideológica de la gran burguesía, el actual contexto social y político sitúa sus intereses objetivos mucho más alineados con el pueblo trabajador catalán.
Las actitudes políticas de las élites económicas
Mientras que la clase corporativa y un sector de la alta burguesía han vivido los últimos 15 años muy vinculados a los réditos del del último ciclo de expansión capitalista y en consecuencia, muy cercanos al poder político estatal, la burguesía media, y algunos sectores de la alta burguesía, iniciaron a principios de los años 2000 una serie de movilizaciones para reclamar una mayor parte en el reparto del pastel presupuestario estatal.
La modernización del estado y la entrada en la UE eran uno de los objetivos clásicos de la burguesía del Principado. Esto, sin embargo, supuso una pérdida del peso específico de la burguesía del Principado en el seno del poder estatal, especialmente en el caso de la burguesía media.
Aparecieron nuevos polos económicos en Madrid, País Valencià que competían con el Principado para el reparto de la extracción fiscal. De repente, el llamado expolio fiscal en el Principado similar numéricamente al que sufren el resto de los Países Catalanes, dejó de retornar peso político a la burguesía principatina.
Es en todo este proceso en el que se ponen en marcha una serie de reivindicaciones que básicamente están relacionadas a la mejora de las inversiones en infraestructuras. una mejora que puede venir dada o bien a cuenta de los presupuestos estatales o bien a cuenta de una mejora de la financiación de la Generalitat. Esta última vía es la que se explorará primero con la reforma del estatuto y después con la propuesta de pacto fiscal.
El movimiento independentista mayoritario a partir de 2009, aunque tomará estos “agravios”, tiene unos orígenes, como ya hemos visto, diferentes. Asimismo, el hecho de que la burguesía haya asimilado sus intereses a los intereses nacionales y, por tanto, se haya envuelto con la bandera en la defensa de este pacto fiscal, esto no presupone ni mucho menos que esta clase social ahora pretenda erigirse en cabecera de un movimiento de liberación nacional.
El expolio fiscal y la infrafinanciación de las administraciones autonómicas y locales es una realidad que tiene su origen en la configuración del propio poder estatal y en un diseño centralista de la administración y que también afecta de una manera determinante los intereses de las clases populares. Ahora bien, la forma como se ha concretado la reivindicación atiende a los intereses de la burguesía. Una reivindicación focalizada en la necesidad de inversión en infraestructuras y que sólo contempla la parte entre administraciones del reparto fiscal. Una concreción hecha según los intereses de las clases populares situaría como principal la preeminencia de la inversión en servicios públicos y contemplaría también, aparte del reparto de lo recaudado, la reestructuración de la carga fiscal entre las diferentes clases sociales.
Si entendemos la burguesía en su dimensión colectiva y no como una suma de individualidades que hacen o insinúan ciertos pronunciamientos, no podemos hablar en ningún caso que esta clase social avale ningún proceso de independencia. Sus principales organismos de representación están por un pacto bilateral la llamada tercera vía, aunque qalgunas organizaciones de la mediana burguesía avalen el derecho a decidir como método para ratificar este pacto. La existencia de círculos de empresarios independentistas no tiene capacidad de modificar esta situación ni presupone ningún cambio de tendencia en el seno de las clases dirigentes.
Si el proyecto de la burguesía es el pacto fiscal y de infraestructuras y en ningún caso avala un proceso independentista, podemos concluir que si el proceso independentista continúa dirigido por unas élites políticas que durante 30 años han estado sirviendo fielmente los intereses de esta burguesía, este tiene prácticamente imposible la opción de culminarse. Por el contrario, el proceso independentista sólo se podrá culminar si se destituye la burguesía principatina de su papel de clase dirigente y se destruye su hegemonía.

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