EUSKAL HERRIA NAFARROA DA

EUSKAL HERRIA NAFARROA DA

viernes, 16 de mayo de 2014

Federico Krutwig en “La Cuestión Vasca” (1966): “Para un pueblo nacionalmente oprimido, es imposible entrever otra posibilidad de liberación social que la que vaya unida a la liberación-nacional.”


Federico Krutwig Sagredo nació en la población bizkaína de Getxo el 15 de mayo de 1921 y murió en Bilbao el 15 de noviembre de1998. Su padre era alemán y su madre vasca, formaban una familia acomodada pero que no participaba de los círculos de empresarios y banqueros acaudalados asentados en el barrio de Neguri de Getxo.

Sus estudios primarios los desarrolló en un colegio privado francés y el bachiller en el Colegio Alemán de Bilbao donde obtuvo las mejores notas en la historia de este colegio. Después estudió Derecho en la Sorbona de París y Economía en la Universidad de Bonn, licenciándose en ambas carreras.

Krutwig fue un auténtico erudito y políglota, experto en más de veinte idiomas (especialmente en griego clásico y en euskera), se jactaba de leer todas las lenguas del occidente europeo. De joven dominaba el castellano, el alemán, el francés y el euskera, el cual estudió de forma autodidacta y contra la opinión de su padre a la temprana edad de 12 años. A lo largo de su vida llegó a hablar o a entender con fluidez también el latín, el árabe, el húngaro, el neerlandés, el inglés, el ruso, el copto, el hebreo, el persa, algunas lenguas de la India como el sánscrito, además del chino o el georgiano. En sus viajes llevaba siempre un montón de maletas llenas de libros.

En 1941 trabó amistad con el primer presidente de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia, Resurrección María deAzkue, con el que colaboraría hasta su muerte en la que estuvo presente Federico. Ingresó en Euskaltzaindia en 1943 a la edad de 22 años y a los 26 fue nombrado académico de número. Gracias a la insistencia de Krutwig, Euskaltzaindia empezó a hacer todas sus reuniones en euskera frente al uso en exclusiva del castellano anterior y pese a padecer los euskaldunes la represión fascista contra nuestro idioma. Por esas fechas ya manifestaba Federico inquietudes en otras artes y fue uno de los fundadores del grupo Mikeldi de pintores y del Instituto Julio de Urquijo de Investigaciones.

Gracias a la aportación de Krutwig, el euskera se alejó del abuso de neologismos de raíz vasca defendido por Sabino Arana entre otros, lo que será uno de los objetos de crítica más persistentes de Federico a lo largo de toda su vida. Es más, para Krutwig, “el batua ya está inventado, Leizarraga unificó el euskera en el siglo XVI. El Batua es el labortano clásico”. Y otra vez añadió: “Por lo mismo, para plasmar la unidad del euskera, debemos aceptar el dialecto que más se escribe, no el que más se habla, porque las lenguas literarias unificadas primero son para leer. Por esta razón se debe adoptar la lengua tradicional de nuestra literatura, y ésta es la literatura labortana que ha llegado a nosotros de Leizarraga, de Axular, de Echeberri, de Haraneder..." (De Gernika, n.° 14, 1951, pp. 8-11). Este primer euskera unificado se creó dentro del Estado baskón de Nabarra, por lo que podemos llamarlo “nafarrera” o “batua nabarro”.

Ya había traducido Federico al euskera labortano clásico a Goethe para 1951 y escrito su primera novela larga “Mikelditarrak”, cuando se produjo un gran punto de inflexión en su vida en mayo de 1952, tras pronunciar en la Diputación de Bizkaia un vehemente discurso con motivo de la entrada del religioso Luis Villasante en Euskaltzaindia (de la que luego llegó a ser su presidente el franciscano gernikés). El discurso muestra la personalidad de Krutwig, que, lejos de un texto protocolario y aunque el grueso principal del discurso versaba sobre el euskera labortano clásico, denunció en ese foro a una Iglesia Católica que se acomodaba y aupaba al régimen fascista español, el cual mantenía una política de genocidio mediante una constante colonización de la tierra vasca con inmigrantes del campo español y el lingüicidio del euskera a favor del castellano, considerado el único idioma español, y todo ello pese a que muchos feligreses aún eran monolingües euskaldunes. Así de contundente se expresaba Federico Krutwig en ese discurso: "Si en un pueblo hay cinco carabineros aunque éstos jamás vayan a oír misa, en la hipótesis de que pudiesen algún día ir por casualidad a oírla, se predica en su idioma, pero a los vascos que viven en Bilbao, aunque sean veintenas de mil, no se les predica en su lengua".

Sin embargo, la represión contra todo pensamiento vasco que sostenía el régimen fascista español –llamado tambiénfranquismo-, hizo que días más tarde Federico se viera obligado a huir a Iparralde acusado de intentar revivir “el antiguo espíritu separatista”, que no era la base de su discurso ni se tocaba explícitamente, aunque siempre subyacía en los pensamientos de Federico.

En septiembre de 1956 intervino Krutwig en el Congreso Mundial Vasco de París, donde propuso la lucha guerrillera para liberar “Euskadi” y donde tomó contacto con los que serán luego los fundadores de la organización ETA. En Donibane Lohitzune tuvo relación con varios dirigentes del grupo Mendigozaleen especial con Iker Gallastegui “Gudari” (del que será Federico un exaltador de su nacionalismo-humanista) y también con el propio Lehendakari Agirre. En su estancia en Iparralde conoció a otros intelectuales nacionales de afinidad diversa como Felix Likiniano, militante y luchador anarquista, con el que desarrolló el “anarko-abertzalimo” que no tendrá continuidad. En París trató con Jon Mirande, escritor zuberotarra que apostaba por el fascismo para liberar el País Vasco. En ese exilio de España aunque sin salir del país, mantuvo relación con Iñaki Aginaga, el cual desde “Lan Deyak” (después IPARLA) era la mente política más preclara de aquellos años.

Su expulsión de España le llevó finalmente a Alemania durante 6 años para poder subsistir, donde, aprovechando su facilidad para los idiomas, trabajó de traductor en la empresa Krupp. En su estancia en el país germano contrajo matrimonio para divorciarse en 1961, lo que hizo que retornara poco después al País Vasco para asentase en Biarritz.

El verdadero exilio lo conoció sin embargo a partir de 1963, cuando se vio obligado a dejar la Baskonia continental. En esa fecha, Federico Krutwig escribió su gran libro político e histórico “Vasconia”, publicado teóricamente en Buenos Aires pero en realidad en París, escrito bajo el pseudónimo Fernando Sarrailh de Ihartza (aunque éste fue el seudónimo que más utilizó, también firmó otros trabajos con los de Hobeko de Garralda o G. de Zúñiga). En este libro, Krutwig se cuestionaba abiertamente el nacionalismo tradicional sabiniano y aportaba otros elementos novedosos e interesantes para el nacionalismo vasco, como era la recuperación de la libertad de toda Baskonia frente al “zazpiak bat” (territorialidad), la correcta interpretación de la historia vasca desde el análisis de la ocupación militar del Estado baskón por franceses y españoles y el proceso de colonización brutal que está padeciendo aún el país, adelantándose con ello casi 40 años al movimiento nafarzale.

"Vasconia" fue escrita en realidad gracias a la financiación de los “Medigozales” de Iker Gallastegi “Gudari”, pero los 2.000 ejemplares de la primera edición acabaron mayoritariamente en el mar. El dirigente de ETA Txillardegi (Jose Luis Álvarez Enparantza) aseguraba que "Vasconia" era un libro lleno de errores garrafales y que era una calumnia el decir que hubiese sido publicado por ellos. El libro también recibió ataques furibundos del PNV y del PCE. En realidad, fuera de unos poco dirigentes intelectuales de ETA y debido a la situación de opresión total contra el pueblo vasco, "Vasconia" de Krutwig pasó casi desapercibida hasta que el entonces ministro franquista Manuel Fraga lo censurase en público como el libro ideólogo de ETA.

Un militante de ETA de aquellos tiempos, hoy escritor y periodista, José Felix Azurmendi, comentaba: "Tengo la impresión de que es muy poca la gente que leyó Vasconia, incluso en los 70. Tengo la impresión de que llegaron a tenerla entre sus manos se fijaron sólo en lo que convenía a sus prejuicios, en lo que reforzarán sus apriorismos o sus objetivos (...) Si no fuera frívolo, diría que lo más impactante de Vasconia terminó siendo su mapa. Aquel mapa ambicioso de una Euskal Herria perdida, que ayudaba a pensar en el pasado y a replantear y reclamar el futuro". Se refiere al mapa en el que Krutwig dibujó el territorio de toda Baskonia.

Federico llegó a afirmar que fue la propia policía española la que atribuyó el mérito de que inspiraba a ETA sin tener asomo de que esto fuese real, así lo decía Krutwig: "Desgraciadamente ello no era verdad, ETA tan solo tomó de Vasconia, como es fácil demostrarlo, la parte exterior, pero se olvidó de lo que era justamente la base del pensamiento étnico de Vasconia, que era lo principal. Es decir, no han sabido comprender que se trataba de un nuevo pensamiento nacional".

De las 640 páginas de "Vasconia", sólo las 16 del apartado "Bellica" son sobre la guerra de guerrillas, y muchas de esas ellas sólo lo hacían de manera indirecta. En “Bellica” dice cosas como: "El arma que da la victoria al guerrillero es la población civil, el hecho de que el pueblo esté del lado guerrillero” o cita a Mao Tse Tung de su libro "La nueva democracia": "Es imposible alcanzar la victoria sin una movilización del pueblo, amplia y profunda, que conduzca a una política de frente unido". En ese libro, “Vasconia”, Federico Krutwig era partidario de la guerra revolucionaria y de la organización de “taldes” armados de tres o “hirukos”, quizás a imitación de lo que ya estuvieron haciendo por los bosques vascos los mendigozales de Iker Gallastegi.

El mismo Krutwig sobre su polémico libro dijo: «Ese libro había que escribirlo entonces. Era imprescindible dar un contenido mucho más cultural a la doctrina nacionalista tradicional». Vasconia fue escrito a petición de un amigo de Federico de la diáspora vasca sudamericana, que le propuso escribiese "un libro que fuera muy nacionalista y que fuese progresista o de izquierdas".

F. Krutwig: "(...) empecé a estudiar las teorías de los que en otras partes del mundo habían sido la fuerza creadora de una Dinámica nacional que condujo a su independencia (...) situaron el problema nacional sobre la nación o etnia" y no sobre el Fuerismo aunque "fue clara reivindicación de los derechos estatales de Euskeria". El propio Federico en el prólogo de la primera edición de "Vasconia" escribió como resumen de su libro: "Comprendí, pues, que el planteamiento del caso vasco había sufrido errores monstruosos. Primero, se seguía planteando un caso nacional como una cuestión meramente estatal (española). Segundo, se había subordinado de tal forma el caso vasco a un regionalismo que solo se mendigaba del Estado opresor algo que en realidad tenía derecho a exigir por entero".

Reclamaba Federico un nacionalismo vasco culto y progresista frente a la idea bucólica y rural del nacionalismo sabiniano. Para Federico, después de la Segunda Guerra Mundial, “los jefes exiliados, con una mentalidad estancada en 1936, no habían llegado a comprender muchos de los cambios que en al sociedad y en las corrientes mundiales había tenido lugar. Veía al Gobierno vasco un apéndice del español en el exilio y el Estatuto un cadáver putrefacto”, según sus propias palabras “El Gobierno de Euzkadi era tan solo un gobierno regional español de las Vascongadas, el representante de la autoridad española en nuestra patria". (…) "Un nuevo planteamiento del nacionalismo vasco con bases científicas, primero deberá de dar el valor que se merece a las lengua nacional, exigir a sus seguidores que la aprendan y la dominen. Segundo, tendrá que ser una fuerza progresista (...). Por fin, tenemos que plantear el problema vasco sobre la base étnico-económica que hoy reclama el nuevo mundo".

Manuel Irujo en el Congreso Nacional Vasco de 1941, presentó un proyecto constitucional el cual supuso para Krutwig un gran cambio: "de un nacionalismo defensivo pasó a un nacionalismo expansivo, a una dinámica positiva con la que se reivindican los territorios que fueron robados a la patria vasca, es decir, los territorios que correspondieron al Reino de Navarra. Es más, parece que existe a este respecto un acuerdo firmado por los nacionalistas vascos en el exilio londinense y el coronel (sic) de Gaulle, en que éste se compromete a dar la autodeterminación al País Vasco, en caso de ganarse la guerra".

El libro “Vasconia” hizo montar en cólera al jefe del Estado francés que ocupaba la Baskonia continental, otro General, Charles De Gaulle, el cual hacía tiempo que había olvidado sus palabras pronunciadas tras acabar la Segunda Guerra Mundial el 22 de abril de 1945 en el aeródromo de Grayan al comandante Kepa Ordoki del Batallón de gudaris Gernika: «Francia nunca olvidará los esfuerzos y los sacrificios realizados por los vascos para la liberación de nuestra tierra». Federico Krutwig en “Vasconia” dirá: "Como superioridad francesa en la que al parecer sueñan los franceses es algo que hacer reír a todos los demás pueblos del mundo, que lo único en que conceden superioridad a los franceses es en correr más deprisa que nadie cuando los alemanes atacan (...) El último reducto del patriotismo carnavalesco, la Grande Nation".

“Vasconia”, la impactante obra que en 1963 publicó Federico Krutwig bajo el seudónimo Fernando Sarrailh de Ihartza. Una obra en la que el erudito lingüista bilbaino criticaba con vehemencia al nacionalismo vasco tradicional, proponía un modelo de organización para el futuro Estado vasco y defendía sus teorías sobre la lucha armada.


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